Te sientas con tu bebé a jugar con plastilina, una textura que aún no ha experimentado. Se la pones en la mano y enseguida la tira y se pone a llorar. Antes de que te des cuenta, estás en medio de una crisis total. O tal vez empieces a notar que cada vez que hay mucha gente o ruido, tu pequeño grita. ¿Qué ocurre?
Las reacciones extremas a los estímulos sensoriales pueden ser un signo de trastorno del procesamiento sensorial (TPS). El TPS es común en niños con autismo, TDAH y otros trastornos, pero también puede presentarse solo. En la actualidad no hay estadísticas sólidas sobre su prevalencia, pero algunas investigaciones sugieren que hasta 1 de cada 20 niños pequeños puede tener un TPS.
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¿Qué es el trastorno de procesamiento sensorial?
El TPS es una enfermedad que afecta a la forma en que el cerebro procesa la información que llega a través de los sentidos. Un niño con TPS puede ser demasiado sensible (hipersensible) a la información sensorial, lo que le hace gritar y llorar cuando la música está demasiado alta, por ejemplo. Otros niños son poco sensibles (hipo sensibles) a los estímulos sensoriales. Estos niños anhelan el estímulo sensorial y pueden adoptar comportamientos como golpearse la cabeza o buscar la emoción. Algunos niños presentan una mezcla de síntomas de hipersensibilidad y de hipo sensibilidad.
Esta condición es difícil para los niños, pero también puede ser muy dura para los padres y cuidadores. Los niños hipersensibles suelen tener una fuerte aversión a ciertas texturas y alimentos, lo que hace que todo, desde la hora del baño hasta la de la cena, sea una lucha. Los niños hipersensibles pueden participar en comportamientos perjudiciales, como comer objetos no comestibles, para satisfacer sus necesidades sensoriales. También es habitual que los niños con TPS tengan rabietas frecuentemente en las que son inconsolables.
Síntomas del trastorno de procesamiento sensorial
El TPS puede ser difícil de diagnosticar, ya que los síntomas suelen coincidir con los comportamientos habituales de los bebés y niños pequeños. La clave está en notar si los comportamientos son frecuentes y continuos. Algunos de los signos que puedes observar en tu niño son:
- Atraso al gatear, caminar y correr
- No se da cuenta cuando está herido, o no parece tener dolor
- Actuar de forma exagerada ante un pequeño golpe o rasguño
- Tener problemas de alimentación, como atragantarse con los alimentos, tratar de comer objetos no comestibles o evitar texturas, sabores o temperaturas específicas (no comer alimentos fríos, por ejemplo)
- Resistirse a los abrazos o mimos
- Necesidad constante de que le toquen, le abracen o incluso que le aprieten
- Golpearse la cabeza, hurgarse la piel o tener otros comportamientos que puedan causar dolor
- Evitar ciertas texturas, como cualquier cosa pegajosa o con baches
- No le gusta la sensación de la ropa (siente picor/incómodo/dolor cuando lleva ropa o determinados tipos de ropa)
- Caminar o tropezar con cosas con frecuencia
- Comenzar un pataleta cuando es el momento de pasar a una nueva actividad
- Tiene miedo de columpiarse, deslizarse o utilizar otros equipos del parque infantil
- Llorar o gritar cuando oyen música, hablan alto, o sienten que las luces son demasiado brillantes
- Ser incapaz de quedarse quieto
Ayuda para el trastorno de procesamiento sensorial
Si tu niño presenta varios de estos síntomas de forma frecuente y continuada, es importante que hables con tu pediatra o con un terapeuta ocupacional pediátrico.
En muchos casos, una «dieta sensorial» puede ayudar. Una dieta sensorial es un plan personalizado para que tu niño sintonice con los estímulos que le resultan difíciles y encuentre formas de afrontarlos. Por ejemplo, un niño que busca el tacto constante puede beneficiarse del uso frecuente de una manta con peso o de visitas regulares a un gimnasio de juegos. El terapeuta ocupacional de tu niño puede prescribir una dieta sensorial llena de actividades y herramientas que puedes realizar fuera de la terapia para ayudarle a progresar.
Los problemas de procesamiento sensorial son un gran reto tanto para los niños como para los padres o cuidadores. Afortunadamente, existe una amplia gama de actividades que pueden ayudar a tu niño a sentirse más cómodo con los estímulos sensoriales. Habla con tu terapeuta sobre la posibilidad de añadir actividades BabySparks al plan de tratamiento de tu niño, pues además ¡pueden ser otra forma divertida de mejorar el desarrollo sensorial!